Hablamos con Marcos, Mulan y Javier. Estos días están en un equipamiento pionero gestionado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Agencia de Salud Pública ASPB que aloja a personas sin hogar con adicciones a raíz de la crisis de la Covid-19
¿Cómo es la vida de una persona sin hogar desde que estalló la pandemia de la Covid-19 ?; su situación de exclusión social se ha agravado más con esta crisis ?; ha empeorado el estigma que sufren las personas usuarias de drogas?
Buscamos respuestas hablando con Marcos, Mulan (nombre ficticio) y Javier. Tienen en común que hace años que viven en la calle, que son personas usuarias de drogas y que estos días han encontrado cobijo en el dispositivo pionero que ha habilitado el Ayuntamiento de Barcelona junto con la Agencia de Salud Pública ASPB para acoger personas sin hogar con adicciones de manera que puedan pasar el confinamiento como consecuencia de la pandemia de la Covid-19.

También tienen en común unas enormes ganas de vivir, la esperanza para mejorar su situación y el agradecimiento para todo el equipo profesional que está cuidando de ellas y ellos estos días. Conozcamos un poco sus historias ….
«Si no sabes mi historia no me puedes juzgar porque un día estoy afectado por el consumo de una sustancia»
Marcos Hernández Garrido. 44 años. Hijo del barrio chino de Barcelona. Autor del libro ‘Poemas sin techo’ de la Editorial Carena. Intelectual, inquieto, apasionado. Recuerda con orgullo su militancia activa en el movimiento 15M. Acaba de ser padre, pero no puede ver a su hija porque ha tenido problemas con su mujer. Hace más de 10 años que vive en la calle o en casas ocupadas. En todo momento le acompaña un libro. Parece su compañero de viaje. No es el que escribió. Al final de la entrevista descubriremos el título, que también tiene su pequeña historia…
¿Como has llegado hasta aquí?
(Resuella). Qué pregunta (sonríe). Resumo muy rápido. Siempre había trabajado desde los 8 años a los 33 pero el gran problema es que siempre lo hice en negro. Terminé una relación de 9 años y de un día para otro me vi tirado en la calle. Soy politoxicómano, amo a las drogas. Durante muchos años las he tomado para expandirme, pero también para aliviar el dolor.
¿Dolor?
Tengo una enfermedad en la pierna, se llama displasia de cadera. También tengo los dedos en garra en los pies. Cuando fui al médico de cabecera a pedir la discapacidad tuve la desagradable experiencia de ver cómo mi historia clínica se resumía sólo en un par de líneas. Le pregunté al médico: ‘¿qué es esto?’ Entonces fue cuando tuve que escuchar que algunos expedientes en hacer el traspaso de papel a digital, causalmente se habían perdido. Además, después me rompí el tobillo cuando intentaba saltar a una casa ocupada y el dolor se ha hecho más intenso.
¿Qué es lo más difícil de vivir en la calle?
En la calle echas de menos las pequeñas cosas, como estar en el sofá viendo una película con un plato de sopa, poder levantarse e ir al urinario …
¿Has pasado miedo?
Ser buena gente en la calle te hace pasar malos momentos. Claro que he pasado miedo.

¿Con la crisis del coronavirus te has sentido más estigmatizado por el hecho de no tener techo?
Sí. Si no sabes mi historia no puedes juzgar porque un día estoy afectado por el consumo de una sustancia. Muchas personas no se dan cuenta que el solo hecho por ejemplo de pedir dinero, si tú estás en el suelo implica superioridad y soberbia de la persona que está de pie. Muchas veces me he tenido que ir a un banco a llorar. Hay buena gente, pero también he vivido algunas malas experiencias. Personas que me han tratado a mí como escoria sin darse cuenta que en ese momento también se estaban convirtiendo en escoria. También se está viendo que este virus está demostrando que no se salva ni el rico ni el pobre. Y además yo tengo la teoría de que los que vivimos en la calle, como ya estamos más expuestos a los virus en general, nuestro sistema de defensas está reforzado.
¿Cómo conociste este espacio?
A través de la Sala Baluard. Quiero mucho a esta gente.
¿Qué te parece este espacio?
El espacio es impresionante, los trabajadores hacen lo que pueden. Me parece maravilloso que haya este sitio. Hay que valorar mucho más este servicio. Los profesionales están haciendo un trabajo bestial. Hacen de sanitarios, de camareros / as, psicólogo / a ….
¿Y me dirás cuál es este libro que te acompaña?
«Los 120 días de Sodoma» del Marqués de Sade.
Caramba …
(Sonríe). Con 12 años leí el Marqués de Sade y descubrí la masturbación. Y curiosamente hoy cuando he ido a la biblioteca me he encontrado este título. No me he podido resistir a cogerlo.
«Existe mucho abuso sexual. Vivir en la calle y ser mujer es muy peligroso, somos más vulnerables que los hombres «
Mulan. 28 años, francesa. Prefiere no dar su nombre real para guardar el anonimato. Tímida. Ojos grandes, intensos y, al mismo tiempo, tristes. En su piel conviven muchos tatuajes que parecen el testimonio de una vida muy dura. Habla poco pero su mirada transmite mucha esperanza. Hace 14 años que vive en la calle.
¿Como has conocido este recurso?
A través de Metzineres, un espacio exclusivo para mujeres de reducción de daños en el que lo más importante son las mujeres que acuden y sus necesidades.
¿Cuánto tiempo hace que vives en la calle?
Desde los 14 años. Cuando llegué a España tenía 19.
¿Cómo vive una mujer sin techo?
Es difícil. Existe mucho abuso sexual. Vivir en la calle y ser mujer es muy peligroso, somos más vulnerables que los hombres. Todas las mujeres que vivimos en la calle alguna vez nos hemos despertado con un hombre que nos intenta tocar.
¿Cómo has vivido la crisis del coronavirus desde la calle ?; crees que con esta pandemia aún está más estigmatizadas las personas que no tiene techo?
Ha sido complicado. Ha habido una subida del precio de la droga y ha bajado la calidad. Fui agredida por un agente de la policía cuando se pensó que le iba a toser encima después de una discusión. Pasé la noche en el calabozo. Lo he denunciado al juez. Sí, el estigma hacia nosotros todavía ha empeorado para estar en la calle.

¿Como estás en este espacio que tiene para poder pasar bajo un techo la crisis de la Covid-19?
Me siento cansada pero bien. No es fácil porque casi todos son hombres. El espacio no está mal, hay ordenadores para buscar trabajo, camas, comida, servicios …. Hay cosas que me gustan y otras que no, pero en general, está bien.
¿Y cuándo se hayan terminado los días en este albergue, como imaginas el futuro?
Ya llevo cuatro semanas de desintoxicación de las drogas y espero poder entrar en el Espacio Ariadna, que te ofrecen una habitación durante un año si no consumes (en el Espacio Ariadna se presta atención integral a las mujeres solas o con sus hijos e hijas que requieren un espacio de intervención integral donde se aborde la situación de violencia machista y de drogodependencia en un entorno seguro). También me gustaría conseguir un trabajo.
«Un agente de policía me dijo ‘con el coronavirus los sin techo estáis vendidos»
Javier Sáchez. 36 años. Joven y alegre. Desprende entusiasmo. Pregunta mucho. Quiere saber que está pasando en el mundo. Lo quiere entender. Siempre va acompañado de un móvil y unos cascos con los que parece evadirse de todo aquello que le rodea. Hace tres años era empleado de banca y vivía tranquilamente con sus padres. Ahora vive en la calle, también desde hace tres a años, tantos como los que hace que perdió el trabajo y que sus padres lo echaron de casa.
¿Qué te ha llevado a vivir en la calle?
Trabajaba en la banca y sólo consumía droga una vez al mes cuando iba de fiesta. Era consumidor de Metanfetamina. Hasta que probé la jeringa …. lo expliqué en casa y se decidió que tenía que irme. Y aquí sigo todavía. Yo no me había drogado antes en mi vida, pero, ya ves, cuando consumes cambias el chip totalmente.
¿Y cómo viviste el hecho de encontrarte sin hogar de un día para otro?
Al principio en la calle lloré mucho. Consumía mucho y pensaba que si me moría no pasaba nada. Un día me robaron todo lo que tenía. Incluso las gafas. A partir de ahí todo fue a peor. Conocí a un chico en la calle que también se pinchaba y hasta que no me dejó, no empecé a mejorar. Fue un año y medio muy duro. Ahora sigo consumiendo, pero sólo con un carácter festivo.
¿Cómo has vivido la crisis de la pandemia de la Covid-19?
El coronavirus me cogió en Montjuïc. Bajé a buscar bocadillos al lugar de siempre y estaba cerrado. Después fui a un centro comercial y también estaba cerrado. ¿Y me pregunté y ahora qué hago para comer? Por suerte una mujer me dio unos yogures y me dijo que me escondiera. Estos días he comido gracias a la sala Baluard, le debo mucho a Carla, mi referente.
¿Crees que con el estallido del coronavirus hay más estigma para las personas sin hogar?
Y tanto. Recuerdo un agente de policía que me dijo ‘con el coronavirus los sin techo estáis vendidos’. El estigma hacia nosotros ha aumentado. Un día con el compañero que iba nos llamaron infectados y nos intentaron agredir. Nos tuvimos que cerrar en un portal. La situación también se ha empeorado porque la calle es todo interés.
¿Por lo que comentas, debías conocer este servicio a través de la sala Baluard?
Sí. Soy usuario de la sala Baluard y nos informaron que existía este servicio. Primero pregunté sobre las personas que irían porque en según qué condiciones, prefería estar en la calle. Cuando me lo contaron bien entonces les dije, ‘llevarme ya’.
¿Y qué te parece este espacio?
En el albergue no hablo con nadie, estoy solo y tranquilo. Tienen un orden y se hace difícil seguirlo. Es curioso, pero tengo incomodidad sabiendo que te has de levantar a las 7.30h. Recuerdo que una vez tuve la opción de estar en una pensión una semana y los primeros días no utilicé la cama. No es fácil acostumbrarse. Estos días en mi cabeza tengo un poco una crisis porque pasas de vivir en la calle a un centro con diferentes servicios, muchas personas, unos horarios, etcétera. Sin embargo, el centro es maravilloso y quiero hacer un agradecimiento público a Ester Aranda para ayudar a hacer posible todo esto, estamos muy orgullosos. Además, también hay que destacar que el consumo aquí ha disminuido y eso es muy valioso. Desde que estoy aquí no he consumido nada y tampoco veo que consuman las otras personas.
Un servicio pionero que quieren que sea estable y vaya más allá de la Covid-19
El equipamiento, gestionado por la Asociación Bienestar y Desarrollo, tiene la finalidad de garantizar que la persona usuaria de drogas en situación de sin hogar disponga de una opción de confinamiento en Barcelona de acuerdo a su situación equiparando sus derechos a los de la población general durante el estado de la alarma decretado por la pandemia de la Covid-19. Para cumplir este objetivo, desde ABD hemos dotado al recurso de profesionales con formación y experiencia amplia en la atención a personas que consumen drogas en situación de alta vulnerabilidad. Se trata de profesionales que provienen del CAS Sala Baluard (espacio de la ASPB que también está gestionado por ABD) con todas las competencias necesarias para la gestión de servicios de reducción de daños, atención a la drogodependencia y gestión y resolución del conflicto.

Marcos, Mulan y Javier coinciden en la necesidad de que un servicio como éste sea estable y perdure más allá de la crisis de la Covid-19. En este sentido, desde la Asociación Bienestar y Desarrollo deseamos que en el futuro existan establecimientos de pernocta y atención estables para población con problemática adictiva a las drogas en acuerdo al respeto a los derechos sociales y oportunidad de inclusión de población muy vulnerable y sobre la que recae una muy fuerte estigmatización.
Valga este reportaje también como un pequeño homenaje a todo el equipo de profesionales de ABD que están haciendo posible este proyecto, así como a todas las trabajadoras y trabajadores de esta y otras entidades sociales que están en primera línea en el frente de los servicios esenciales para dar respuesta a las necesidades de las personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad.
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📰 El Grupo @abd_ong renueva su adhesión a la Carta de la Diversidad de @fund_diversidad
📎Una carta/código de compromiso con los principios de la Comisión Europea sobre igualdad, inclusión y diversidad. ABD es firmante de la carta desde marzo del 2010.
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