Aingeru Rincón, educador del CAS Baluard, explica los orígenes del taller de peluquería y los beneficios que aporta a las personas usuarias
“Es un momento de conexión entre nosotros, a veces te cuentan cosas que en cualquiera otra situación no te contarían, como que les relaja”
Hablamos con Aingeru Rincón, educador del Centro de Atención Sociosanitario – Sala Baluard desde hace casi 17 años. Actualmente forma parte del equipo de intervención comunitaria. Anteriormente estuvo en el de Calor y Café. Fué aquí donde hace 8 años surgió la idea de poner en marcha un taller de peluquería. A pesar de que no tenía experiencia alguna en el corte de pelo, cada año pasan por sus manos centenares de personas usuarias, muchas de ellas sin hogar. Conjuntamente han construido un espacio de escucha y comunicación donde el cuidado de la imagen se convierte en un vehículo para fomentar la higiene y sobre todo para mejorar la autoestima de personas con consumos problemáticos de drogas. Es mucho más que un corte de pelo.
Llevas casi dos décadas trabajando en el CAS Baluard. ¿Cómo llegaste a trabajar aquí y cómo fueron los inicios?
Estaba estudiando enfermería, y a través de una compañera amiga de Ester Pérez que ahora mismo no está, me comentó que necesitaban gente para hacer sustituciones y vine a la entrevista. Empecé un tres de julio y desde entonces aquí estoy, han pasado diecisiete años, va a hacer ahora.
¿Actualmente, estás en el equipo de intervención comunitaria, nos puedes contar un poco como es tu día a día?
Estuve primero unos 10 años en el equipo educativo de Calor y Café y luego pase al equipo de intervención comunitaria. Desde los principios ha cambiado mucho, se recogen muchas menos jeringuillas. Por la mañana hacemos una salida, a los entornos de Baluard, despertamos a personas usuarias que están durmiendo en la calle y les decimos que ya pueden ir a desayunar. Al mismo tiempo vamos con el cubo para recoger las jeringuillas, y afortunadamente actualmente hay muchísimas menos. Hay muchos días que no encontramos ninguna, y regresamos. Atendemos a personas usuarias que están en calle, las personas sancionadas que no pueden entrar, hacemos un acompañamiento y también un poco trabajando con la comunidad, hablando con los vecinos que no están contentos. Nos ponemos en su situación, de entender las problemáticas que tienen con Baluard. Y luego trabajamos con la comunidad, reuniones con el distrito, conocer el entorno, con la Guardia Urbana también, se crean lazos de bastante confianza para poder trabajar todos juntos.
¿Trabajar cada día con personas usuarias, con consumos bastante problemáticos de drogas, entendemos que no ha de ser fácil?
No es fácil, no es un trabajo rutinario porque todos los días son diferentes, nunca sabes cómo va a acabar el día. Todos estos años, de alguna manera, como forman parte de tu familia, los ves, y te los encuentras por la calle, cuando estás trabajando y hay una relación con la mayoría bastante buena, hay algunos que hay dificultades, y siempre las habrá porque ya es un problema relacional de estas personas usuarias. Pero generalmente hay buena relación, hay una confianza, te conocen y yo creo que eso les da una tranquilidad a ellos/as, y confían y se abren mucho más fácil para contarte las cosas. Creo que lo bueno de haber estado todos estos años, es que para ellos/a eres como parte de tu familia.
«No es fácil, no es un trabajo rutinario porque todos los días son diferentes, nunca sabes cómo va a acabar el día»
¿Suponemos que al ver profesionales como es tu caso que hace muchos años que estáis en Baluard, a estas personas les debe dar confianza y seguridad?
Sí, porque pueden haber estado un tiempo fuera, y cuando vuelven, te cuentan lo que han hecho, algunos/as han estado algunos años en prisión, algunos/as en un centro terapéutico, algunos/as han dejado de consumir. No lo sé, te lo cuentan, porque te conocen y se sienten orgullosos/as de tenerte aquí cerca y que pueden contar contigo.
Entre las muchas labores que realizas aquí, nos llama la atención el taller de peluquería. Si no nos hemos informado mal, se puso en marcha hace ocho años. ¿Nos gustaría que nos contaras un poco como surgió esta iniciativa?
Bueno, casi no me acuerdo, fue hace tantos años, pero sí que es cierto que fue una idea que surgió de la necesidad de trabajar la higiene con algunas personas usuarias. Se me ocurrió la peluquería. Ha sido algo que siempre me había gustado, pero nunca había cortado el pelo, bueno a mi padre, pero generalmente no tenía experiencia. Cuando planteé el tema no lo sé si fue al mismo tiempo que empecé, o un poco más adelante, había una persona usuaria que hizo un proceso de rehabilitación -y que dejó de consumir, hizo un muy buen proceso, ya no consumía- estaba en el piso de Cupons de ABD, y le planteamos que hiciera el taller de cortar pelo. Y así empezó. Nosotros le dábamos un euro a él y las personas usuarias también le daban un euro, por cortarles el pelo. Y empezó un poco así, estuvo un año o menos, no me acuerdo. Luego ya se fue del piso, se fue a vivir fuera de Barcelona y empezó a trabajar como peluquero. Después ya seguí yo haciendo el trabajo.
«Fue una idea que surgió de la necesidad de trabajar la higiene con algunas personas usuarias. Se me ocurrió la peluquería. Ha sido algo que siempre me había gustado, pero nunca había cortado el pelo»
Precisamente esto te queríamos preguntar. ¿Cómo es tener que cortar el pelo sin tener experiencia y sin haber cortado el pelo nunca?
Bueno es ponerle cariño, al final es como todo, ponerle cariño e intentar ir mejorando día a día. Pensaba que había personas usuarias que les decía ‘a ti no te voy a cortar el pelo porque sé que eres presumido y si te hago algo mal sé que no te va a gustar’. Pero poco a poco fuí cogiendo confianza con la máquina, y luego empecé un poco con las tijeras. Siempre digo que no soy profesional, hay que tenerlo claro, para no ser muy exigentes. Pero sí que es verdad que es muy efectivo para trabajar la higiene. Me acuerdo de una persona usuaria que le costaba cambiarse de ropa y ducharse y todo. Le marqué que para cortarle el pelo y la barba tenía que venir limpio, y el mismo día que venía a cortarse el pelo, decía ‘ayer me he duchado eh, siempre que vengo a cortarme el pelo el día anterior voy y me ducho’. Es verdad que no pones mucha exigencia porque también están en la calle. Ducharse sí que se duchan, pero el tema del ropero no es tan fácil, porque van por tantos sitios que les hacen quitarse la ropa, y ponerse otra limpia. Depende de como lo veo me pongo más exigente o no, pero sí que es verdad que funciona para el tema de la higiene.
¿Aparte de esta cuestión que comentas de la higiene, crees que este simple acto de cortar el pelo les puede ayudar en la autoestima?
Sí mira, te voy a poner un ejemplo de un usuario italiano que solía venir a cortarse el pelo y la barba. Era un chaval guapo. Con sus 40 años y yo le decía ‘si que eres presumido, y él me contestó: y si no soy presumido que me queda ya’. Me llegó el mensaje que de alguna manera él era arreglado, el cortarse el pelo le subía la autoestima un poco, le hacía sentirse bien. Es cierto que algunos están muy agradecidos y siempre te dan las gracias. ‘Que bien, como me gusta, me han dicho que bien estoy’. Sí ayuda bastante el tema autoestima.
«Recuerdo un usuario italiano que solía venir a cortarse el pelo y la barba. Era un chico guapo. Con sus 40 años y yo le decía ‘si que eres presumido’, y él me contestó: ‘y si no soy presumido que me queda ya'»
Normalmente cuando vas a cortarte el pelo, es un momento de evasión. Con el peluquero o peluquera hablas de cualquier cosa, del tiempo, de la familia o de lo que sea. ¿Entendemos que para estas personas estos minutos también deben ser un tiempo de evasión, de no pensar con los problemas que tienen en su día a día?
Sí también es un momento de conexión entre nosotros, es un momento que a veces te cuentan cosas que en cualquiera otra situación no te contarían, como que les relaja. También hay algunos que te meten prisa, porque están en lo que están, pero es cierto que hay un momento de conexión entre nosotros. Me cuentan cosas, o hablamos de cosas que en otra situación o en otro momento igual no lo hablaríamos. Pero sí que es cierto que hay un momento chulo entre el peluquero y el cliente, como deja de ser el educador y eres el peluquero y es como cuando vas a la peluquería, un momento de placer.
«Hay un momento de conexión entre nosotros. Me cuentan cosas, o hablamos de cosas que en otra situación o en otro momento igual no lo hablaríamos»
Por tus manos han debido pasar muchísimas personas. Recuerdas alguna anécdota divertida o curiosa que te haya pasado durante este todo este tiempo?
Igual 8.000 personas, o igual no tantas, pero sí muchas. Recuerdo uno de los fallos que tuve cortando el pelo, con un chico georgiano que es uno de estos que no le importa que no lo hagas bien, que no lo sé porqué me despisté, le pase la máquina y le rapé encima de la oreja. Y el chico todo preocupado al día siguiente aparece como con una tirita disimulando lo que le había hecho. No pensé en el peine y metí la máquina sin querer. Y allí él todo preocupado, se puso una gasa, como si tuviera una herida en la oreja, me recuerdo que al día siguiente iba con la tirita. Al principio se quedó un poco enfadado, pero al día siguiente nos reímos todos y él también. La verdad fue gracioso porque después de un tiempo se fue a Francia y cuando volvió se acordaba de esto.
¿Hemos hablado de cómo pueden percibir las personas usuarias este servicio pero a ti como profesional que te ha aporta haber compartido todo este tiempo con estas personas?
Bueno, yo creo que mucho. Desde que empecé nunca había pensado en trabajar en reducción de daños. Iba para enfermero y al final dejé enfermería y me quedé de lleno en Baluard. Mucha gratificación. No hay una exigencia, de que tienen que dejar el consumo. La reducción de daños para mí es acompañar a la persona usuaria. Muchas de las personas usuarias viven en la calle y muchos/as no tienen familia, están solos/as. Creo que el saber que se alegran de verte ya es mucha satisfacción. No hay ningún tipo de vergüenza cuando me los encuentro en la calle, hablas con ellos, les saludas, les acompañas en el metro o en el autobús, y sientes que es útil que estés allí.
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