En el sexto capítulo del pódcast del Grupo ABD ‘Por el mundo que queremos’, conocemos el proyecto del Centro Residencial Integral Galena, de la mano de la coordinadora del servicio, Pilar Cavaller, y dos personas residentes en el recurso: Paulo Cesar y Aicha
El Centro Residencial Integral Galena, es un servicio pionero puesto en marcha durante la pandemia de la COVID por el Ayuntamiento de Barcelona y la Agencia de Salud Pública de Barcelona – ASPB, gestionado por la Asociación Bienestar y Desarrollo – Grupo ABD. Es el primer equipamiento residencial de Catalunya dirigido a personas que utilizan sustancias en situación de sinhogarismo donde se garantiza el alojamiento, la cobertura de necesidades básicas, la atención salud y social desde un enfoque de reducción de daños.
“Las personas que residen en el CRI Galena reciben ayuda aún siendo consumidoras de sustancias”, resume Pilar Cavaller, coordinadora del recurso. A diferencia de otros servicios de atención y acogida a personas en situación de sinhogarismo, este dispositivo se caracteriza porque el uso de sustancias legales, como el alcohol, o ilegales no condiciona el acceso. Tal y como ella misma remarca “todas las personas tienen derecho a decidir cómo llevar su vida y el consumo y no por eso les tenemos que quitar otro derecho fundamental que es el de la vivienda”.
La propuesta de acompañamiento del CRI Galena es pionera, ya que desde un enfoque de reducción de daños sitúa el inicio del proceso de recuperación de las personas que utilizan sustancias y que viven en la calle: «¿Cómo le puedo pedir a una persona que está viviendo en la calle que antes de tener un alojamiento deje de consumir? Cuando en este momento su vida es un infierno…”, reflexiona Cavaller.




Los inicios
Durante la pandemia del COVID se evidenció que para las personas con adicciones y en situación de calle, el confinamiento obligatorio únicamente se podía garantizar si se contemplaba la condición del uso de sustancias. Se apostó entonces por la creación de este recurso específico ampliando el impacto y dando continuidad al modelo de reducción de daños en el que trabaja desde hace más de 20 años el equipo profesional de ABD. “Reducimos los daños del contagio, confinando el máximo tiempo a las personas. Reducimos los daños en el consumo con salas de consumo, enfermería y un consumo más higiénico en espacio-tiempo. Y, obviamente, cuando una persona ingresa en un alojamiento, automáticamente su vida mejora”, expone la coordinadora del CRI. “Empieza un camino hacia un objetivo o unas ideas que estando en la calle es imposible”, añade.




Reducir estigmas y recuperar la vinculación con la sociedad
Vivir en el CRI Galena contribuye a reducir estigmas, recuperar la vinculación con la red de servicios públicos y promover mejoras sostenidas en la salud y el bienestar de las personas residentes. Como lo define Paulo Cesar, “en el CRI Galena, he empezado una rutina nueva de vida. Estoy bastante preparado para volver a la sociedad”.
Y es que en la calle “estaba sin esperanza”, lamenta. Con muchas limitaciones para poder ducharse, comer, vestirse y, evidentemente, “era imposible poder trabajar”.
Paulo pasó dos años en la calle hasta que desde la Fundación Àmbit Prevenció le asignaron una plaza de urgencia en el CRI Galena para tres días. Un mes más tarde le dieron una plaza fija en la que ya lleva un año. “Fue cuando mi vida empezó a mejorar”, admite.
En el caso de las mujeres, la calle conlleva a menudo situaciones de violencia machista. Aicha tuvo que vivirlo y ahora el CRI Galena se ha convertido en un “espacio seguro”. Además de la violencia machista, la ley de extranjería también se cruzó en su vida. Después de una depresión y usar el consumo de sustancias para sobrellevarla, cayó en la irregularidad administrativa y fue deportada policialmente a Marruecos pese a llevar más de 30 años en España, “sin tener conocimientos de árabe ni tener vínculo allí”, recuerda. “Soy de nacionalidad marroquí pero me considero de Barcelona. He ido a la escuela aquí y todo”, reafirma.
Pese a todo, Aicha consiguió volver a España pero se vió abocada a la clandestinidad y a vivir en la calle. Con la llegada del COVID pudo entrar en el CRI Galena. “Me han ayudado a recuperar los documentos de Marruecos para poder tramitar el permiso de residencia, tengo seguimiento médico…”, resume Aicha.
Gracias al acompañamiento profesional en reducción de daños, ha podido disminuir de forma notable su consumo respecto a cuando vivía en la calle. Actualmente realiza consumos de crack y, de forma puntual, de metanfetamina, siempre en un entorno seguro y con apoyo sanitario.




Flexibilidad y libertad
El CRI Galena atiende a personas que presentan un consumo problemático de sustancias o adicción y que no tienen un techo o no tienen una vida normalizada. El tiempo de estancia está relacionado con el plan terapéutico individual, que está condicionado a las posibilidades de acceder a otros recursos o de llevar una vida autónoma, según el estado de salud, pero también limitado por aspectos administrativos como la regularización de su documentación, etc. Aunque se establece un tiempo de dos años, algunas de las personas que pasan por el CRI Galena pasan superan este plazo porque “tienen la puerta cerrada a otros recursos” y el CRI Galena es su única posibilidad para no volver a la calle. “Falta una red donde ir haciendo estos pasos”, apunta Pilar Cavaller.
En Barcelona se han detectado 1500 personas durmiendo en la calle y el centro tiene 45 plazas. Los perfiles de las personas que residen en el CRI Galena son diversos, van desde los 18 hasta los 70 o 80 años, muchas de ellas son de nacionalidad española o de la UE y otras han llegado a Barcelona en su proceso migratorio. En el CRI Galena tienen libertad y flexibilidad para entrar y salir, un espacio seguro, apoyo profesional para la atención en salud física y mental, alimentación, habitaciones para dos personas y espacios donde consumir de forma segura e higiénica. En este entorno, señala Cavaller, “muchos contextos vitales mejoran”.
Paulo Cesar y Aicha son ejemplo de ello. “Ahora estoy otra vez con proyectos y metas. Quiero volver a trabajar antes de salir del centro”, apunta Paulo. Aicha está centrada en recuperar su permiso de residencia y empezar a trabajar de lo que pueda: camarera, limpieza… desea “poder tener una vida normal, compartir piso y dejar el consumo”. “Es una oportunidad que no voy a dejar pasar”, concluye Paulo.




Superar el miedo
El CRI Galena vivió sus inicios en pleno confinamiento. Posteriormente, el centro se ha trasladado de barrio con algunos desencuentros. Al principio generó miedo, recuerdan Pilar y Aicha. Debido al desconocimiento, a los estereotipos, al estigma. Poco a poco, residentes y equipo profesional, han ido tejiendo comunidad con el vecindario, siendo habitual actualmente la organización de actividades con otras entidades, como por ejemplo la reciente carrera popular en el barrio. “Entiendo que pueda haber miedo pero somos todos iguales y estamos conviviendo”, resume la coordinadora del servicio.
Aicha narra también una anécdota en el mismo sentido. Saliendo del metro un día hacia el CRI Galena se encontró a una vecina y se sentó a su lado en un banco. Iba a fumar un cigarro y le preguntó a la señora si le molestaba. Ésta le respondió que sí y Aicha decidió no fumar. Empezaron a hablar, la señora le contó que era del barrio y Aicha se presentó. La vecina le preguntó dónde vivía y Aicha le dijo que vivía en el CRI Galena. La señora le compartió la idea que tenía de las personas que viven en el centro “que éramos unos drogadictos, que molestamos al barrio… pero que yo no era igual que ellos”, recuerda Aicha. “Tenemos una adicción, pero hay gente que sabe respetar”, le respondió. Acabaron compartiendo sonrisas con la señora y estuvieron 45 minutos hablando.
Y es este mismo miedo y desconocimiento el que nos aleja de las personas que viven en la calle, pero como dice Aicha “hay que darle la oportunidad a todo el mundo y no quedarse en que uno tiene una adicción. Hay que dar la oportunidad de conocer a la persona”.

Por el mundo que queremos, un pódcast del Grupo ABD
‘Por el mundo que queremos» es el pódcast del Grupo ABD que da voz a las historias de vida de las personas usuarias que acompañamos y que viven en situación de vulnerabilidad con la colaboración de Radio Maconda, la radio comunitaria de las Bibliotecas de Barcelona.
La coordinación del pódcast está a cargo de Begoña del Pueyo, miembro del patronato del Grupo ABD con una amplia experiencia en comunicación, junto con el Director de Comunicación del Grupo ABD, Enric Guinart. Además, también cuenta con la colaboración de la Asociación de Usuarios/as de la Comunicación, así como de periodistas de la talla de Julia Otero y Goyo Prados. En la parte técnica se cuenta con el apoyo de Albert Fernández.
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Ya disponible el capítulo 4 del pódcast ‘Por el mundo que queremos’
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