La violencia de género es un problema generalizado y persistente en toda la UE, y varias estadísticas demuestran la necesidad de un proyecto de apoyo a las víctimas de la violencia a escala europea. 

Hay que subrayar que se trata de un problema importante, con una tasa muy baja de denuncias. Esta baja tasa pone de manifiesto la necesidad de mejorar el apoyo y la protección a las víctimas, así como la importancia de los proyectos destinados a sensibilizar, prestar apoyo y realizar campañas de concienciación.

Los enfoques tradicionales para abordar la violencia de género, como las medidas legales y políticas, aunque importantes, a menudo no son suficientes en sí mismas. Puede que no lleguen a todas las personas afectadas y no aborden las actitudes y creencias sociales y culturales subyacentes que contribuyen a la violencia.

Educadores, terapeutas, psicólogos/as, trabajadores/as comunitarios/as y sociales, voluntariado y profesionales de los centros antiviolencia deben adoptar nuevas estrategias para explorar y cuestionar las normas y creencias sociales, promover actitudes más positivas y equitativas hacia el género y las relaciones, y reducir la prevalencia de la violencia a largo plazo. Tienen que encontrar herramientas más eficaces para llegar a las comunidades a las que puede resultar difícil llegar por medios tradicionales, como las que están socialmente aisladas o tienen un acceso limitado a la educación o a los recursos. Utilizando las representaciones teatrales como medio para sensibilizar y fomentar el diálogo sobre la violencia de género, el proyecto FADO puede animar a más personas a implicarse en la prevención de la violencia y el apoyo a las víctimas.

El proyecto FADO también ofrece una respuesta a la falta de recursos y formación adecuados en muchos sistemas educativos de la UE, como muestra el informe de 2019 del Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE).

Un proyecto de apoyo a las víctimas de la violencia de género a escala europea puede contribuir a reducir este problema facilitando el intercambio transfronterizo de conocimientos, experiencias y buenas prácticas, lo que puede conducir al desarrollo de políticas y estrategias más eficaces para combatir la violencia de género. También puede contribuir a crear una sociedad más informada y concienciada y a proteger mejor a las víctimas.