La feminización de la pobreza energética en verano: desafíos y perspectivas en el proyecto Cooltorise

Las desigualdades de género abarcan todos los aspectos de nuestras vidas y la pobreza energética en verano no es una excepción. Hace un año, en el Día Internacional de la Mujer, el Parlamento Europeo destacó que las madres y las mujeres solteras tienen más probabilidades de tener dificultades para pagar sus facturas de energía en comparación con los hombres solteros.

Las razones detrás de esta brecha incluyen un ingreso medio más bajo para las mujeres y una mayor prevalencia de trabajos mal remunerados, a tiempo parcial o precarios. 

Por otro lado, una encuesta realizada por el Instituto de Salud Pública de Barcelona reveló una sorprendente disparidad a la hora de mantener una temperatura confortable en el hogar durante los meses más cálidos.

El 86,1% de las mujeres respondió «no» a la pregunta de si podían permitirse el lujo de mantener sus hogares adecuadamente frescos, en comparación con sólo el 11,3% de los hombres. En esencia, mientras que el 88,7% de los hombres considera que su hogar se puede mantener a una temperatura adecuada, sólo el 13,9% de las mujeres comparte esta percepción. Este porcentaje subraya, como mínimo, una desigualdad flagrante en términos de percepción subjetiva del bienestar.

En consecuencia, se pone de relieve la mayor vulnerabilidad de las mujeres a los impactos del cambio climático, particularmente en el área de Barcelona donde se realizó esta encuesta, experimentando olas de calor cada vez más frecuentes y severas en verano a medida que avanzan los años.

Se pueden permitir mantener la vivienda con temperatura adecuada en los meses cálidos

Por otro lado, en sus hogares, las mujeres viven con la contradicción de seguir sintiéndose ellas mismas como las principales responsables del bienestar del hogar, mientras que al mismo tiempo, por las tareas en las que han sido socializadas, tienen las herramientas necesarias y los conocimientos técnicos necesarios para realizar tareas como la reparación de pequeños electrodomésticos. Esta contradicción les genera una gran frustración y requiere justicia social y medidas de empoderamiento para revertirla.

Desigualdades de género en el proyecto Cooltorise

Las mujeres, especialmente las madres solteras, han sido importantes beneficiarias de Talleres sobre cultura energética y consejos de refrigeración organizados en el marco del proyecto Cooltorise en la zona de Barcelona. Sin embargo, Cooltorise va más allá de idear medidas únicamente dentro del hogar; intervenciones en espacios públicos también desempeñan un papel a la hora de abordar estos problemas, como podemos ver en las Intervenciones exteriores realizadas en Espai Llavors y Cruyff Camp Jordi Alba.

En este sentido, las cartografías realizadas en el distrito de Usera (Madrid, España) dentro del proyecto dieron voz a estas desigualdades en el contexto de los diversos usos del espacio público. Según los investigadores que han publicado estos resultados en la revista Investigación energética y ciencias sociales:

“Las mujeres mayores, como cuidadoras, describieron los espacios al aire libre como íntimamente conectados con las tareas de cuidado. Sus paseos cotidianos eran más complejos (con más paradas entre el punto de partida y el de destino) que los descritos por los hombres. Durante el verano estos caminos cambiaban: el mejor camino no era necesariamente el más corto, sino el que tenía más sombra”. 

De hecho, debido a su rol de cuidadoras, las mujeres son más vulnerables a los efectos del cambio climático. A menudo hacen un uso más frecuente de refugios climáticos naturales, como parques o puntos de referencia urbanos sombreados, para realizar tareas que no pueden esperar, como cambiar pañales o alimentar a sus bebés. Por otro lado, según estos investigadores, las narrativas masculinas se centran en espacios donde realizan actividades de ocio, como jugar a las cartas. Además, las mujeres suelen ser las principales cuidadoras de dos de los grupos más vulnerables al calor: los niños y los ancianos. En este sentido, mientras los cuidados no se repartan equitativamente entre hombres y mujeres, las mujeres serán más vulnerables al calor, tanto en el ámbito privado como en el público. 

Por todas estas razones, abordar la pobreza energética en verano debería incorporar una dimensión estructural y de género, protegiendo a las mujeres y otros grupos sociales vulnerables de sus peores efectos. Tener en cuenta factores como el género, la clase social o la edad nos ayudará a diseñar mejores estrategias para abordar el cambio climático, que no deben dejar a nadie atrás.

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